Puede llegar a ser muy molesto para el resto de los comensales, pero si se es muy joven, puede llegar a ser tolerado, contemplado e incluso admirado. No hay nada como aprovechar al máximo ese delicioso postre, sea helado, alguna torta, o una mousse, y no dejar ni rastro del mismo.
En un acto casi torturante para la familia, uno no puede evitar proceder en una forma inconteniblemente ruidosa y hacer uso de una cucharita -fiel compañera en aventuras carbohidratadas- para borrar hasta la última y cremosa evidencia y hacer de cuenta que por aquí no hubo postre.
Y es inevitable pensarlo (y hasta científicamente ha quedado demostrado) : ese poco que queda en el plato, ese insignificante rejunte que con tanto empeño no llega a llenar una mísera cucharada completa, jamás dejará de ser la cucharada más sabrosa.
martes, 16 de enero de 2007
No hay nada como limpiar el plato de postre con la cucharita
Posted by Byron at 12:06 a. m.
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2 comentarios incomparables:
es verdad!!... y si podes te haces el dolobu y le pegas un lenguetazo q la lengua si q no deja ni rastro!!
Siiiii!!! Por fin escucho a alguien decirlo!!! Lo que me causa más gracia es que mis viejos me lo permitan, porque ellos también se tientan de hacerlo!
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