Si hay algo que no puedo dejar de hacer mientras estoy trabajando, es tomar algo de la máquina de café que hay en la oficina. Tan enchufado estoy, que sólo hace unos momentos me detuve a pensar lo rebuscadas que son las leyendas que hay al lado de las opciones.
No le bastaba con chocolatada. Son 7 palabras contra solamente una, claro está. Pero no es lo mismo tomarse una chocolatada que una bebida al gusto de chocolate con leche.
Y por si se preguntan qué es la bebida al gusto de leche manchada dulce, es una lágrima. Y si no le ponés azúcar, no es dulce!
Indignadísimo con esta aberración literaria de la cual abusaron los señores que crearon esta máquina infernal, procedí a reducir mi indigestión con un inocente jugo de naranja de bajas calorías. Como ya empezaba a desconfiar de todo lo que llevaba sobre sí todo tipo de leyenda, no pude dejar de leer lo que por debajo a la izquierda decía...
Horror! Yo sólo quería un jugo, no un polvo para preparar bebida analcohólica (sí, está mal escrito en el envase) artificial dietética de bajas calorías sabor a naranja dulce!
Habiendo visto ya estos 2 casos aberrantes, todo comenzaba a verse diferente. Casi automáticamente fui corriendo a la heladera para ver las descripciones de otros 2 productos, y todo seguía sorprendiéndome:
(Y es un hecho: el 98.2% de los envases llevan un en su etiqueta los campos "Lote" y "Vencimiento" pero los datos correspondientes están en la base o en la tapa)
Algo así como jugo o leche pero ni una cosa ni la otra...
Por ejemplo, un alfajor común y corriente es conocido como doble galletita bañada en chocolate rellena con dulce de leche. Pero la galletita sigue siendo galletita. No es una masa horneada de forma tal que su consistencia sea lo suficientemente dura como para que sea crocante pero no mucho.
Y si reemplazáramos por esto último el término "galletita" del alfajor, nos quedaría una doble masa horneada de forma tal que su consistencia sea lo suficientemente dura como para que sea crocante pero no mucho bañada en chocolate rellena con dulce de leche. Claro que en ese caso no habría lugar para la marca en el paquete. Pero quién lee la marca? Si lo que importa son los dibujitos del envoltorio!
Es difícil, lo sé. Nada es igual, ahora que uno puede llamar a las cosas por su verdadero e interminable nombre. Pero también es cierto que no hay nada como darle nombres complejos a las cosas más simples.