jueves, 15 de febrero de 2007

No hay nada como darle nombres complejos a las cosas simples

Si hay algo que no puedo dejar de hacer mientras estoy trabajando, es tomar algo de la máquina de café que hay en la oficina. Tan enchufado estoy, que sólo hace unos momentos me detuve a pensar lo rebuscadas que son las leyendas que hay al lado de las opciones.

Fig. 1 - Sólo quiere llamar la atención.

No le bastaba con chocolatada. Son 7 palabras contra solamente una, claro está. Pero no es lo mismo tomarse una chocolatada que una bebida al gusto de chocolate con leche.
Y por si se preguntan qué es la bebida al gusto de leche manchada dulce, es una lágrima. Y si no le ponés azúcar, no es dulce!

Indignadísimo con esta aberración literaria de la cual abusaron los señores que crearon esta máquina infernal, procedí a reducir mi indigestión con un inocente jugo de naranja de bajas calorías. Como ya empezaba a desconfiar de todo lo que llevaba sobre sí todo tipo de leyenda, no pude dejar de leer lo que por debajo a la izquierda decía...

Fig. 2 - Pensé que se trataba de un juguito...


Horror! Yo sólo quería un jugo, no un polvo para preparar bebida analcohólica (sí, está mal escrito en el envase) artificial dietética de bajas calorías sabor a naranja dulce!

Habiendo visto ya estos 2 casos aberrantes, todo comenzaba a verse diferente. Casi automáticamente fui corriendo a la heladera para ver las descripciones de otros 2 productos, y todo seguía sorprendiéndome:

Fig. 3 - Yogur, señora! YOGUR!!!
(Y es un hecho: el 98.2% de los envases llevan un en su etiqueta los campos "Lote" y "Vencimiento" pero los datos correspondientes están en la base o en la tapa)


Fig. 4 - Ehm... cómo te explico...
Algo así como jugo o leche pero ni una cosa ni la otra...



Como este no era un tema menor, discutimos con el señor Luciano acerca de este gravísimo tema y mencionó algo que no deja de ser cierto. Existen productos que tienen como base un nombre axiomático, cuya descripción es nula y que se sirven de ese nombre para concretar su conceptualización.
Por ejemplo, un alfajor común y corriente es conocido como doble galletita bañada en chocolate rellena con dulce de leche. Pero la galletita sigue siendo galletita. No es una masa horneada de forma tal que su consistencia sea lo suficientemente dura como para que sea crocante pero no mucho.
Y si reemplazáramos por esto último el término "galletita" del alfajor, nos quedaría una doble masa horneada de forma tal que su consistencia sea lo suficientemente dura como para que sea crocante pero no mucho bañada en chocolate rellena con dulce de leche. Claro que en ese caso no habría lugar para la marca en el paquete. Pero quién lee la marca? Si lo que importa son los dibujitos del envoltorio!

Es difícil, lo sé. Nada es igual, ahora que uno puede llamar a las cosas por su verdadero e interminable nombre. Pero también es cierto que no hay nada como darle nombres complejos a las cosas más simples.

miércoles, 14 de febrero de 2007

No hay nada como los consejos obvios

A lo largo de nuestras vidas es inevitable que necesitemos que nos den una mano. Un consejo, una palabra de aliento, una guía, una luz en el camino... La familia y los amigos siempre estarán ahí, a nuestro lado, para ayudarnos en todo, y sobre todas las cosas, para darnos esos consejos inigualables.

La típica nro. 1: "Tengo frío"

Fig. 1 - Le dijeron "Abrigate"... y se abrigó.



La típica nro. 2: "Tengo hambre"

Fig. 2 - Le dijeron "Comé algo"... y algo comió.



La típica nro. 3: "Tengo sueño"

Fig. 3 - Le dijeron "Andá a dormir"... y a dormir fue.



La típica nro. 4: "Tengo sed"
Fig. 4 - Le dijeron "Bebé algo"... y algo bebió.



La típica nro. 5: "Me duele la cabeza"

Fig. 5 - Le dijeron "Tomá una aspirina"... y una aspirina tomó.

No puedo decir que son consejos inútiles, porque si bien son obvios, no dejan de ser la instancia previa a los hechos. Quién sabe, quizás si no nos dicen nada de esto, jamás nos abrigaríamos cuando tenemos frío. Jamás comeríamos cuando tenemos hambre. Jamás beberíamos cuando tenemos sed. Jamás dormiríamos cuando tenemos sueño. Jamás tomaríamos una aspirina cuando nos duele la cabeza (aunque yo no tomo aspirinas, duermo y al despertar se me pasó el dolor de cabeza). Por eso, familia. Por eso, amigos. Siempre les estaremos agradecidos. No hay nada como sus consejos... aunque sean obvios.

domingo, 11 de febrero de 2007

No hay nada como las frases inquietantes

Hay frases que realmente pueden llegar a sacarnos de nuestras casillas. Frases como por ejemplo "me saca de mis casillas" pertenecen a un género de frases que no tienen sentido, pero que en realidad parecería que lo tuvieran, sólo que al pensarlo un poco, la frase se torna inquietante. Veamos algunos ejemplos:

Quemar un CD
Supuestamente, esta frase hace referencia al grabado de CDs. Quizás en una era tecnológica que desconocemos, los datos de los discos compactos se persistían mediante el uso de alguna técnica ígnea. Si no fuera así, no puedo imaginar otra cosa que un acto de vandalismo informático.

Fig. 1 - Esto con los diskettes de 5¼ no pasaba...


Romper el hielo
Se le llama así al acto de dar el primer paso en alguna situación determinada. Lo lamento, pero cada vez que lo escucho imagino algo como esto.

Fig. 2 - Por aquí pasó la convención de hombres con iniciativa.


En la punta de la lengua
Una expresión que lleva más de 100 años atormentándonos, al igual que el fenómeno que ésta representa. Tan incomprensible que puede llevarnos a la locura, una tortura que puede durar días, semanas e incluso meses, por estar permanentemente a punto de recordar aquello que tan difícil nos fue grabar en nuestra memoria.

Fig.3 - Filomena olvidó por un momento el nombre de ese señor tan inteligente...


Por supuesto que hay más, yo sólo intento romper el hielo. Seguramente quien lea esto tiene alguna en la punta de la lengua. En definitiva, y sin ir más lejos, no hay nada como las frases inquietantes de origen definitivamente incierto.