En el afán por prestar un utilísimo servicio a la comunidad, y ante la falta de repercusión en los medios, me vi en la obligación de transmitir el siguiente mensaje:
HACE FRÍO!
Sí, señora, hace mucho frío, y no hay nada que podamos hacer para detenerlo. Pero tenga bien en cuenta que hay que estar sumamente agradecido, pues si por él no fuera, 9 de cada 10 conversaciones entabladas durante el día perderían 30 segundos de tema de charla. Y si no fuera por esos 30 segundos rebalsantes de información, probablemente atinaríamos a olvidar por un momento esa extraña sensación que nos invade en forma literalmente escalofriante. Y es simplemente frío.
La estufa no da abasto y hasta parece bufar de vez en cuando. Su función limitada y prácticamente insignificante, sorprende al atraernos a ella en forma casi devota. Al pasarle de cerca uno no puede evitar detenerse un momento y enseñarle la palma de las manos, o incluso sentarnos a pensar frente a ella. Y es simplemente una estufa.
Es cierto que cuesta más arrancar el día cuando hace tanto frío, y más cuando Gaturro no para de contarnos lo lindo que es quedarse en la cama acurrucado y calentito en las mañanas invernales. Y justamente es por eso que vale la pena esa térmica bajo cero, por más que luego de disfrutarlo un rato haya que salir a trabajar, estudiar o vivir la vida.
El frío hace que estimemos cosas irrelevantes en otras épocas del año, nos saca de la rutina, nos da algo de qué hablar y hasta hace que la gente -e incluso toda la ciudad - se vea distinta. Y por eso no hay nada como estos cambios abruptos de temperatura.