Si hay algo que nos suele carcomer el cerebro de vez en cuando, es la existencia de aquellas palabras que no sabemos cómo se escriben o como se pronuncian. La semana pasada viví un hecho sumamente trastornante, y consistió en no poder discernir entre las palabras telgopor y tergopol, al intentar identificar a poliestireno expandido (o sea, la cosa blanca que viene en las cajas de electrodomésticos y articulos de computación para que no se golpeen). He tenido varias discusiones con conocidos y desconocidos acerca de cuál es el término correcto, sobre todo porque ninguno de los 2 existe en el diccionario de la Real Academia Española (ni uno, ni otro).
Así, emprendí mi búsqueda por otros términos que pueden llegar a generar conflictos en eventos sociales como cumpleaños, festividades de fin de año y despedidas de soltero. A saber:
Consciencia vs Conciencia: si usás la primera, te dicen que sos muy "psicológo"
Síndrome vs Sindrome: si usás la segunda, seguro sos médico
Psicólogo vs Sicólogo: los que usan la segunda le dicen a los que usan la primera que son unos fifís.
Septiembre vs Setiembre: Prohibiría el uso de la segunda, lo juro! Si no se puede decir "caturar" o "hinotizar", tampoco se debería poder decir "setiembre". Y se lo digo a las 5.960.000 personas que se les cantó usar ese término en honor al mal gusto.
Cielo razo vs Cielorraso: En Google gana la segunda por goleada... Y yo que le había puesto las fichas a "cielo razo" che...
Pastaflora vs Pastafrola: Y acá me cacharon mal. El viernes me convidaron con "pastaflora", por lo cual yo dije: "no, pastaflora no, pastafrola!", refiriéndome a una cultura gastronómica postreril de una veintena de años. Lamentablemente, según el diccionario, la pastafrola no existe, pero sí la otra. La tilinga de la pastaflora. La muy chiruza. Debería remorderle la consciencia... O la conciencia...
Yo sé que esto puede llegar a generar mucho ruido entre las masas, e incluso provocar guerras entre naciones (cosa que ya ha ocurrido en 1836 por una disputa entre septembristas y setembristas), pero no hay vuelta que darle: no hay nada como las palabras sospechosamente correctas...