No falta momento en el día en que me detengo a pensar en lo rutinaria que puede llegar a ser mi vida. Es como ser el protagonista de Las 8 diferencias de las Juegos del Verano, donde el lector debe comparar mi vida de ayer con la de hoy.
Sin embargo, hay momentos entre toda esta linealidad donde cualquier cosa puede llegar a ser emocionante. Por ejemplo, la típica: el sushi.
Desde que se creó el Universo hasta hace 1 mes que no comía sushi. Dudé, lo pensé... Los que nunca lo habían probado, me decían que era horrible. Los que sí lo habían probado, me decían que era rico. Y no sé por qué, le creía más a los que nunca lo habían probado, y por eso dejé pasar millones y millones de años. Y la verdad, estuvo bueno. "Algo distinto", dije yo. Mi vieja nunca lo había probado tampoco, y cuando le conté de la novedad, me preguntó: "Qué gusto tiene?". ¿Y qué le iba a responder? "A sushi", le dije.
Y nuevamente, no sólo lo culinario y lo vial merecen un cambio de rutina. Sí, hay más. Y para cada uno, siempre hay algo que nos puede sacar de ese círculo vicioso del que parece ser tan difícil salir. Obvio, no lo es. Y no hay nada como demostrarlo.
1 comentarios incomparables:
Me encanta caminar por el medio de la calle. Eso es una de las cosas que más me gustan de la costa: por las calles alrededor de donde está mi casa allá casi no pasan autos y son de arena así que se puede caminar por la calle tranquilamente, es lo mejor.
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